¡No está mal!, fue lo primero que pensé al verlo y sin pensarlo más y ya que estaba allí, en Barcelona, me lo traía directamente a mi puerto en Rota.
A comienzos del pasado mes de julio inicié esta singladura que prometía ser un viaje de placer, recalando en los distintos puertos del Mediterráneo, sin prisa pero sin pausa.
Mi error fue no calibrar que este barco llevaba tiempo limitando sus salidas a cortos paseos costeros y con un motor cuidado pero con bastantes años.
De este modo, a la segunda jornada la inversora tuvo una avería que nos obligó a recalar en el puerto de Castellón y quedar a merced de los mecánicos locales, en plena temporada estival.
Una vez resuelta la avería continuamos viaje, esta vez ya mas forzados porque se acababan las vacaciones y cualquier otro contratiempo me obligaría a dejar el barco en cualquier puerto para cuando mis obligaciones laborales me lo permitieran.
Desde Castellón hasta Gibraltar todo transcurrió sin dificultad, pero el estrecho se puso bravo antes de la última etapa del viaje y nos vimos forzados a dejar el barco allí hasta mejor ocasión.
L
Finalmente el barco llegó a su destino, en Rota.
Agradecer a mis amigos, David, Daniel, Luis y Carlos, por su desinteresada colaboración en este traslado.
¡No está mal!, fue lo primero que pensé al verlo y sin pensarlo más y ya que estaba allí, en Barcelona, me lo traía directamente a mi puerto en Rota.
A comienzos del pasado mes de julio inicié esta singladura que prometía ser un viaje de placer, recalando en los distintos puertos del Mediterráneo, sin prisa pero sin pausa.
Mi error fue no calibrar que este barco llevaba tiempo limitando sus salidas a cortos paseos costeros y con un motor cuidado pero con bastantes años.
De este modo, a la segunda jornada la inversora tuvo una avería que nos obligó a recalar en el puerto de Castellón y quedar a merced de los mecánicos locales, en plena temporada estival.
Una vez resuelta la avería continuamos viaje, esta vez ya mas forzados porque se acababan las vacaciones y cualquier otro contratiempo me obligaría a dejar el barco en cualquier puerto para cuando mis obligaciones laborales me lo permitieran.
Desde Castellón hasta Gibraltar todo transcurrió sin dificultad, pero el estrecho se puso bravo antes de la última etapa del viaje y nos vimos forzados a dejar el barco allí hasta mejor ocasión.
L
